La Smart City, qué implica una práctica urbana inteligente de código abierto en el ciudadano hiperconectado, concebida como digitalización, codificación, datos, gamificación de espacios urbanos, en el marco de la inteligencia artificial, la 5G y el internet de las cosas, crece con gran fuerza, el discurso de Ciudad Inteligente, impactando a gobiernos locales, organizaciones civiles, empresas y por supuesto al ciudadano, es decir al habitante del espacio urbano llamado ciudad.
Las experiencias e iniciativas vinculadas a la Smart City no son monopolio de un país o de una ciudad en particular, hoy las prácticas y discursos de espacios urbanos inteligentes, circulan y son adoptadas por diferentes regiones del planeta.
En primer lugar, supone un uso intensivo y extensivo de nuevas tecnologías de la información y comunicación, lo que permite conectar actores, objetos, y la relación entre ciudadanos y gobierno abierto, así como generar y compartir información, mejorar el suministro de recursos y optimizar la distribución de servicios de la ciudad.
Con la llegada del Internet de las Cosas las ciudades serán capaces de producir capas informativas que permiten gestionar de manera más inteligente, eficiente, coordinada y fluida, la vida inteligente en las grandes ciudades.
Es por esto que las Ciudades Inteligentes se lanzan en proyectos de iluminación, estacionamientos o avenidas, herramientas de consumo o servicios geolocalizados, redes de suministro eléctrico y un amplio abanico de tecnologías de sensorización de variados parámetros urbanos (ruido, calidad del aire, movilidad, daños, radioactividad, humedad, temperatura).
De esta manera, el imaginario de la Smart City ha sabido identificar una agenda amplia de problemas urbanos (transporte, energía, inseguridad, participación, movilidad etc.) que son susceptibles de traducir/resolver mediante el uso de ‘tecnologías inteligentes’.
Marco tecnológico, para enfocar la mirada a espacios urbanos y ciudadanos inteligentes.
El programa de Ciudades Inteligentes, creemos necesario desarrollar una capacidad para empatizar y acompañar las transformaciones de ciudad, de la mano con las transformaciones de nuestra sociedad, dejando siempre en el centro la experiencia del usuario.
Apostamos a que el “diseño inteligente” no se mide solamente por la sofisticación y automatización de la técnica, sino por su capacidad para generar confianza y canales de comunicación, colaboración y capital social.
Hasta qué punto resulta pertinente seguir defendiendo el postulado que lleva a separar el mundo en dos clases de ciudadanos, los inteligentes, y expertos tecnológicos equipados de sus metodologías, y, por otro lado, los usuarios profanos, ¿simples consumidores de productos y servicios?
Creemos que un diseño auténticamente centrado en el usuario, no puede suponer que los profesionales del marketing y de las grandes campañas, son los que monopolizan el significado de nociones como ‘innovación’, ‘inteligencia’ o ‘cultura y, por el contrario, se debe observar cómo los propios individuos se apropian e interactúan esas categorías, expandiendo en muchos casos su significado.
Desde este punto de vista, creemos que el desafío para el Diseño como disciplina es identificar esos espacios y lugares donde los ciudadanos inteligentes se manifiestan, y explorar las condiciones de posibilidad para que esa inteligencia ciudadana sea utilizada en aras de alcanzar ciudades más inclusivas sustentables, democráticas y creativas.
Por: Darío Fernando Andrade Peinado
Tecnólogo SENA
Director del portal: www.barriosyvecinos.com.co
Views: 2