El metaverso, que hoy es considerado el siguiente paso en nuestra evolución de nuevas experiencias digitales, ya está comenzando a migrar de la ficción a la realidad.
El cambio de una sociedad digitalizada como la representada en las series del sétimo arte, en la que sus habitantes están confinados y dominados por una inteligencia artificial, tendremos un espacio virtual donde las personas con libertad, conciencia y autonomía podrán interactuar, prácticamente, como si estuvieran en el universo físico.
Serán plataformas 3D compartidas, en las que navegaremos en un entorno digital inmersivo en forma de avatares, trabajando, socializando, comprando, vendiendo, y en general un consumo digital, en formatos conocidos y otros nunca antes vistos.
El proceso supondrá un gran reto super apasionante para las actividades de toda índole, que deberá aportar virtualmente, como mínimo, la experiencia y todas las posibilidades de una interacción física, superando así las expectativas de los usuarios y creando nuevas formas únicas de relacionarse en este entorno.
El copropietario, que ha intensificado su comportamiento digital en plataformas electrónicas producto de pandemia y post pandemia, agradecerá experimentar una sensación diferente a la interacción física presencial sin tener que salir de su casa.
El proyecto del metaverso de Seúl, que cuenta con un presupuesto de unos 3 millones de euros, presenta una visión que facilitaría la administración de servicios públicos, como la presentación de quejas o la petición de prestaciones municipales.
La ciudad también planea utilizar la plataforma para celebrar versiones virtuales de los eventos culturales y las atracciones turísticas de la ciudad, haciéndolos accesibles a un público global.
El metaverso de Seúl sería un simulacro parcial de la ciudad real. Desde entonces, se han anunciado iniciativas similares: Barbados ha propuesto una embajada en el metaverso y Santa Mónica (California), la gamificación del centro de su ciudad mediante la realidad aumentada.
Sin embargo, hasta el uso más práctico de Seúl para el metaverso es una continuación de otra adición tecnológica compleja.
La “ciudad metaversa” es la extensión lógica de la ciudad inteligente, una popular idea de administración urbana que ha surgido en las dos últimas décadas gracias a las nuevas capacidades de recopilación y análisis de datos.
Aunque es probable que las ciudades del metaverso obtengan muchos de los mismos beneficios que las ciudades inteligentes, es igualmente probable que reproduzcan e incluso amplíen muchos de sus defectos, exponiendo a los ciudadanos a los mismos problemas creados por las plataformas digitales, como la vigilancia y el control corporativo.
Si las ambiciones prácticas como la de Seúl fracasan, atraerán la atención sobre las deficiencias del propio metaverso, planteando una vez más la cuestión de cuál es su propósito.
De esta manera, resulta determinante llevar a las nuevas plataformas todos los recaudos relacionados con la construcción de un entorno atractivo, priorizando la idea de una experiencia más inmersiva y que Re imagine la experiencia del consumidor en este espacio.
Resulta claro darse cuenta de que participar en el metaverso trascenderá con creces la simple recreación o adaptación de un sitio web, un entorno de juego e, incluso, una oficina. Será fundamental la creación de un entorno gráfico de interacción completamente nuevo, capaz de enriquecer la experiencia del copropietario.
Partiendo de todo el talento técnico de los desarrolladores, para atender a los usuarios con gran eficiencia serán estratégicos y relevantes el conocimiento sobre las necesidades de consumo de los servicios en la copropiedad.
Las copropiedades deben entonces ir más allá de una oferta de servicios y administración tradicional para convertirse también en proveedores de experiencias en el metaverso urbano.
Las oportunidades potenciales del metaverso parecen infinitas, ya que podrán desarrollar sus servicios en formas que antes no eran posibles, por tanto, la llegada de este universo despierta la urgencia de participación de parte de las copropiedades, para su ejecución.
Este nivel de inmersión de los consumidores en el metaverso, que responde a anuncios virtuales y compras directas, podría generar diversas oportunidades en este espacio, ya que más de la mitad de los usuarios confían en la publicidad y las recomendaciones de las redes sociales para tomar las decisiones.
De hecho, entre el 50% y el 60% de los consumidores realizan compras “a veces, con frecuencia o siempre” a partir de recomendaciones publicitarias o en plataformas de redes sociales. En ese sentido, se destacó que TikTok ya es la principal fuente de referencia para Millennials (75%) y Generación Z (64%), siendo Snapchat la segunda opción.
A pesar de que el metaverso existe desde hace algún tiempo, es en la actualidad dónde las capacidades tecnológicas y la aceptación del usuario están aumentando. Los clientes están listos para gastar dinero en este mundo virtual y, en consecuencia, las copropiedades deberán estar haciendo movimientos audaces e innovadores para satisfacer viejas y nuevas “necesidades”.
A diferencia de lo que nos muestra comúnmente el cine de ciencia ficción, la realidad virtual, la inteligencia artificial y el nuevo entorno propuesto por el metaverso son aliados que están ampliando nuestra visión del mundo (¡y no dominándolo!) y, en ese proceso, generando nuevas oportunidades para las copropiedades.
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