Por allá en el año 1948, “El Bogotazo” un hecho político e histórico en nuestro país, con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, caudillo del pueblo, se originó un fenómeno social conocido como la Propiedad Horizontal en Colombia, que en términos de este relato es el primer brote o sepa de lo que hemos llamado el virus urbanístico de la Propiedad Horizontal.
Para la época fue un hecho accidental en respuesta a la emergencia social dada por el bogotazo, y no se le dio la importancia necesaria, a pesar de que allí nace un cambio social estructural, al pasar de una cultura de independencia a una cultura de convivencia.
El cambio no fue muy notorio en su momento, sin embargo su crecimiento permanente y sostenido, nos ha llevado por 72 años de trayectoria, en donde una buena cantidad de brotes o sepas nos reflejan una realidad estructural en el área urbana: en el caso de la capital de la república a 2017 de acuerdo al censo de catastro distrital, el 70% de los predios del perímetro urbano de Bogotá son propiedad horizontal y a hoy 2020 podemos hablar del 73% extraoficialmente, con un crecimiento sostenido del 1% anual en la última década.
Lo que llama la atención hoy, es como el virus urbanístico de la Propiedad Horizontal a estado vivo siempre, sin embargo para el gobierno nacional pasa inadvertido, a tal punto que en el año 2001, es decir hace 19 años, fue el último momento de atención con la expedición de la Ley 675 de Agosto de 2001, conocida como el Régimen de la Propiedad Horizontal en Colombia.
Si nos remitimos a la experiencia y por analogía, generalmente en los siguientes dos años de expedida una ley, es reglamentada por el gobierno nacional en la mayoría de veces, pero este es un caso muy particular, aún no ha sido reglamentada la Ley 675 de 2001, y en 19 años de trayectoria y con el avance de la tecnología vivimos una realidad en los inicios de la tercera década del siglo XXI, con un marco jurídico de comienzos de siglo.
Ya ubicados en el año 2020, estamos inmersos viviendo la gran pandemia llamada covid 19, la cual generó una gran crisis de salubridad mundial, con un inmenso desafío: evitar la aglomeración para bajar los índices de propagación y contaminación y por ende quitarle fuerza al índice de mortalidad.
Sin embargo el fuerte impacto de la pandemia, lleva de la mano una gran crisis económica de grandes proporciones que nos trae de nuevo a nuestro virus urbanístico de la Propiedad Horizontal, debido a su estructura.
La estructura de la Propiedad Horizontal es cada día más fuerte con base a su aglomeración compleja en menor área o espacio habitable, puesto que aquellas viviendas de 180 metros cuadrados ya son historia hace varias décadas, el apartamento como modelo de vivienda, y hoy en edificaciones de 20 pisos de altura, con apartamentos de 80 metros cuadrados, llegamos a una vivienda light donde la tendencia es de 28 a 35 metros cuadrados para una familia unipersonal acompañada de una mascota.
Si bien es cierto con el covid 19 estamos realizando grandes esfuerzos de confinamiento para evitar la propagación y contaminación, reduciendo los espacios de aglomeración compleja, en el virus urbanístico de la propiedad horizontal por el contrario cada día es mayor la aglomeración compleja en menor área habitable, y no le damos solución a la gran problemática de propagación y contaminación de la convivencia y los conflictos entre vecinos.
A pesar de la gran pandemia la vida continua, y el gobierno nacional, distrital, local y municipal han adaptado sus procesos de acuerdo a las necesidades particulares y hoy en Bogotá, la capital del país, se está debatiendo el plan de desarrollo distrital de manera virtual, y esas “nuevas ciudadanías” copropietarias del 73% de los predios, que aportan a la ciudad con el impuesto predial, aún pasan inadvertidas. La presencia masiva con participación incidente en esta realidad siglo XXI de democracia participativa, llama a esas “nuevas ciudadanías” a estar presente en todas las localidades en los encuentros ciudadanos virtuales para dejar de ser inadvertidos, para atacar de frente y de manera contundente ese gran virus urbanístico de la propiedad horizontal y por sobre todo trabajar en equipo para darle solución a la convivencia y los conflictos entre vecinos.
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